El competidor perfecto

saber competir, ser competitivo

Las razones para participar, o no, en una competición deportiva, pueden ser tan variopintas como sorprendentes. Cada persona tiene su motivación particular. Lo que es indiscutible es que, tarde o temprano, la mayoría de deportistas caemos en la tentación. Ya sea por ponernos a prueba, por probar nuevas experiencias, por curiosidad o por acompañar a algún amigo, el caso es que terminamos participando en una prueba competitiva.

Existen muchas creencias sobre lo que es una competición deportiva y sobre lo que es competir, pero no todo el mundo sabe con exactitud lo que una prueba competitiva exige de un deportista.

La competición se caracteriza por una serie de condiciones específicas muy concretas, en muchos casos de naturaleza estresante. Dependiendo de nuestro grado de activación psicofisiológica, el estrés puede ser motivador y facilitar el rendimiento (eustrés) o nos puede afectar significativamente de manera negativa, en muchos casos propiciando un peor rendimiento del que nos correspondería al trabajo realizado en los entrenamientos (distrés)

Por desgracia, muchos deportistas no buscan soluciones apropiadas a este serio problema. Las medidas para paliar esta situación deberían formar parte del programa de entrenamiento, tanto de tipo preventivo (para todo el mundo), como de tipo específico (casos particulares de acusado rendimiento deficitario respecto al del entrenamiento)

La capacidad competitiva de un deportista

Todos conocemos algún caso de un deportista muy competitivo que es un desastre compitiendo. Y es que no es lo mismo ser un buen competidor que ser competitivo. Aunque aparente ser lo mismo, existen grandes diferencias.

La competitividad suele ser la cualidad más notable en los principales deportistas de éxito. Algo lógico porque la capacidad de control es una cualidad mental y, por lo tanto, más difícil de percibir.

Básicamente, ser un buen competidor es sinónimo de capacidad de control. Consiste en saber competir adaptándose a las condiciones (estresantes o motivantes) de la competición, y controlar eficazmente la situación para ser capaces de rendir al máximo y en la medida de nuestras posibilidades deportivas reales, aún en los momentos más críticos.

Por otro lado, ser competitivo es equivalente a tenacidad, y consiste en sentir interés y gusto por competir, en disfrutar con los desafíos, en no darse por vencido con facilidad, en querer ganar siempre y buscar la victoria de manera incansable.

Resumiendo, un deportista muy competitivo que no sepa competir se comportará de manera incontrolada, estará dominado por su propia competitividad, por sus impulsos, y sus acciones serán perjudiciales para su rendimiento, sobre todo en los momentos más críticos, de mayor tensión. Por el contrario, el deportista que consiga ser un buen competidor a la vez que competitivo tendrá la capacidad de controlar y dirigir su competitividad con la máxima eficacia y en la dirección correcta. El éxito le será más fácilmente alcanzable que nunca.

JOSÉ LUIS PARDO
psicología del rendimiento