Frente al desempleo, pedaleo

Desempleo Ejercicio Psicología Psinergika

La crisis económica está siendo una situación difícil de llevar para muchas personas, especialmente para las desempleadas. La actividad laboral es una fuente muy importante de bienestar psicológico y social, por lo que el desempleo es una de las situaciones más duras que puede sufrir una persona. Aparte de la evidente pérdida de ingresos económicos, su repercusión a nivel psicológico puede llegar a ser tremenda. Entre los efectos más evidentes se encuentran estados de ansiedad y depresión, estrés, niveles bajos de autoestima, de insatisfacción con la vida, dificultades de concentración y empeoramiento de las relaciones familiares. Afrontar esta dramática situación se convierte para algunas personas en un reto imposible, para otras en un sufrimiento, y para todas en una situación de la que hay que salir cuanto antes.

Existen muchos medios para combatir esta situación. Algunos no dependen directamente de nosotros (ofertas de empleo, mercado laboral), otros sí (formación, networking). De una manera o de otra, hacer frente a esta situación requiere de un estado de ánimo positivo, y una sensación de bienestar general con escasos síntomas de ansiedad y depresión.

Unos de los recursos terapéuticos más efectivos, cercanos y asequibles es el deporte. Las evidencias sobre los efectos beneficiosos de la actividad física y el deporte en la salud mental y en el tratamiento de problemas psicológicos son muchísimos. La mítica expresión “mens sana in corpore sano” es más cierta que nunca.

Entre los numerosos beneficios psicológicos y sociales que podemos obtener al practicar un ejercicio físico regular tenemos los siguientes:
  • Depresión. El ejercicio ejerce un efecto muy positivo en la prevención, el tratamiento y la recuperación de depresiones de carácter leve.
  • Ansiedad. El nivel de ansiedad se reduce de manera destacada a través del ejercicio.
  • Estrés. El efecto distractor y relajante del ejercicio físico como experiencia positiva ayuda a debilitar los efectos del estrés cotidiano.
  • Autoestima. Existe una relación directa entre el aumento de la autoestima y la autoconfianza, y la práctica de ejercicio físico.
  • Estado de ánimo. El ejercicio mejora notablemente el estado de ánimo a través de la acción de ciertos neurotransmisores.
  • Otros trastornos. Hacer deporte mejora otros problemas como fobias, alteraciones del sueño, elevada agresividad, dificultades de convivencia, exceso de pasividad y pesimismo, etc.
  • Relaciones personales. Hacer ejercicio, sobre todo en grupo, potencia las relaciones interpersonales, la participación, la colaboración, la sociabilidad y otros valores de tipo social.
Dicho esto, ¿cómo nos podemos poner en marcha? Primeramente, debemos asumir que cada persona es diferente y que, según sus características personales, sus requisitos físicos serán diferentes (principio de individualización). Además, no es lo mismo hacer ejercicio físico (actividad física planificada, estructurada, ordenada, voluntaria, y que tiene como propósito mejorar y mantener la condición física) que practicar un deporte (ejercicio físico de carácter competitivo y sometido al cumplimiento de unas reglas determinadas)

Puesto que el objetivo es obtener un efecto positivo sobre nuestra salud física y mental, la opción adecuada será la práctica de un ejercicio físico que reúna ciertas pautas básicas:
  • Filosofía. Un estilo de vida activo es lo que en verdad será beneficioso para nuestra salud. Como no es lo mismo practicar un deporte enfocado hacia el alto rendimiento (grandes esfuerzos físicos y mentales) que uno recreativo (mantenimiento de la salud física y mental), lo aconsejable es alejarnos de lo que fomente la competitividad, especialmente en caso de padecer algún tipo de alteración emocional. El perjuicio sería mayor que el beneficio.
  • Naturaleza. El propósito debe ser la diversión. Debemos buscar pasarlo bien, a ser posible en compañía de otras personas afines a nuestros intereses.
  • Tipo de actividad. Todo ejercicio que se base en un movimiento continuo y repetitivo de músculos grandes es beneficioso (tipo aeróbico). El ciclismo es un gran ejemplo.
  • Intensidad. Aquí influye nuestro estado de forma. Los mayores beneficios vienen del ejercicio practicado a intensidad moderada (entre el 50% y el 69% de la tasa cardiaca máxima). No obstante, hay personas que también se benefician de trabajar a intensidades altas (hasta el 90%)
  • Duración. Para experimentar los beneficios del ejercicio físico, las sesiones deberían tener una duración de 30 minutos como mínimo.
  • Frecuencia. Lo recomendable es realizar un mínimo de tres sesiones semanales, aunque las evidencias indican que, a mayor frecuencia, mayor beneficio físico y psicológico. La clave está en la regularidad semanal.
En resumen, practicar una actividad física que cumpla las anteriores directrices puede ser más que suficiente para mejorar nuestro estado de ánimo y afrontar mejor la situación de desempleo. Para casos más severos, lo apropiado sería combinar ejercicio con terapia. El consejo de un psicólogo te sería de gran valor.

JOSÉ LUIS PARDO
psicología del rendimiento