El síndrome postvacacional ciclista

Verano Motivacion Psicologia Psinergika

¡Por fin llegó el verano! ¡Me voy a hinchar a salir en bici! ¡Este verano me voy a poner más fuerte que el vinagre! ¿Quién no ha pensado esto alguna vez? Estos y otros tipos de pensamientos son muy normales en estas fechas. Quien dijo que el ciclismo era adictivo tenía más razón que un santo. Especialmente en verano.

Efecto de la crisis aparte, el verano suelen ser un periodo muy esperado y deseado, aunque no exento de peligros. Es frecuente que la llegada de las vacaciones afecte, de alguna manera, a nuestra práctica deportiva, ya sea en forma de exceso, de defecto o de pausa. Y como ya sabemos, todo lo extremo tiene su precio.

Cuando aprovechamos para aumentar el volumen y la intensidad de nuestras salidas, esto es, hacer más salidas, más largas y más duras, con la intención o no de mejorar nuestro rendimiento, corremos el riesgo de padecer trastornos de ansiedad y estrés. El exceso de motivación facilita la aparición del agotamiento fisiológico y psicológico. Estaríamos hablando de burnout deportivo. Por lo tanto, cuidado con hacer tope en nuestra capacidad de asimilar más entrenamientos o el rendimiento comenzará a caer en picado, y de aquí al abandono de la bici sólo hay un paso. Una buena planificación del verano (salidas, descansos y ocio), suele ser suficiente para evitar estos excesos.

También existe un colectivo, desgraciadamente muy amplio, como es el de los desempleados, que aprovecha su circunstancia para salir a rodar. Aquí, más que exceso de motivación, lo que suele sustentar las salidas es el beneficio psicológico que aporta el ejercicio físico del ciclismo en sí, principalmente la reducción de la ansiedad.

Aunque parezca lo contrario, el exceso no suele ser la tónica general. Sí que es cierto que el verano nos facilita las cosas para salir en bici. Tenemos más tiempo disponible, más horas de luz y mejor climatología. Pero la realidad suele ser otra. En el mejor de los casos, lo normal es tener que compatibilizar práctica deportiva con familia, a veces con viaje de vacaciones de por medio. En el peor, podemos llegar a reducir nuestras salidas o al abandono directo. Esto se suele producir por factores de naturaleza más psicológica, como el agotamiento mental por una temporada intensa, desánimo por malos resultados deportivos, insatisfacción con la temporada, conflictos familiares con la bici como origen o simplemente la falta de interés por salir.

Ya sea por unos motivos u otros, lo que está claro es que bajar el ritmo a la mínima expresión tiene su riesgo: pereza y ligera alteración emocional. Ponerse en marcha de nuevo nos puede costar sudor y lágrimas. Ante esta situación, ¿qué podemos hacer? Por fortuna, todo no está perdido. Donde hubo, siempre queda, así que ponerse en marcha después de unas vacaciones es más fácil de lo que parece. Aunque cada caso es único, existen algunos consejos básicos aplicables en estos casos:
  • Tu razón de pedalear. Recuerda las razones que te llevaron al ciclismo, los buenos momentos vividos sobre la bici. Seguro que vuelves a sentir el gusanillo de salir a rodar.
  • Busca retos asequibles. No es momento de complicaciones, sino de ponerse en marcha.
  • Planifícate retos inmediatos. Si te gusta competir, lo ideal es buscar alguna marcha organizada para volver a coger “ritmo de carrera”. Si no compites, piensa qué nuevas rutas te gustaría hacer en las próximas salidas.
  • Diviértete. La obligación mata la devoción. Evita salir de manera compulsiva para volver a coger la forma que tenías antes. Sería un gran error. Busca disfrutar, pasarlo bien. La forma llegará sin darte cuenta.
  • Comparte fatigas. Si puedes salir acompañado, mejor que mejor. El compromiso social fortalece la motivación.

JOSÉ LUIS PARDO
psicología del rendimiento